Sisisi…muy guay el país! Lo poquito que hemos podido catar nos ha encantado.
Como teníamos el puente de San José (sí, surrealista lo de celebrarlo en Tailandia) cogimos un vuelo a una de las zonas más bonitas de Laos: Luang Prabang. Descartamos ir a la capital, Vientiane (que tiene 600.000 habitantes, según Andrés, casi como Argamasilla de Alba…). Así que previo desplumamiento de Bangkok Airways nos plantamos en Luang Prabang. El primer día nos alquilamos una bici para no perder ese ritmo atlético-deportivo que seguimos en Bangkok (por cierto! Begochu me trajo por mi cumple desde España una raqueta de squash y por lo menos he ido 2 veces…eso ya es hacer un 200% más de deporte de lo que hacía…). Nos metimos por callecillas, fuimos por el borde del río (por ahí pasa el mekong y el nham kam o algo así). Por la noche estuvimos en el mercadillo de artesanía, uno de los más bonitos que hemos visto porque en Tailandia en general es todo más industrial. Desde que sé que voy a ser tía suplo mi fiebre consumista por una acumulación de “nano-cosas” absurdas…mini-pantalones thais, mini-zapatos…es genial lo de hacer micro-mpras! (aunque como no se si el bicho será él o ella…es ridículo porque tengo vestidos, pantalones de niño…de tó)
Bueno que me pierdo! Al día siguiente cogimos una fregonetis para ir a las cascadas de Kuang Si. Antes de entrar hay un recinto con osos negros rescatados de cazadores…y la verdad, nunca pensé que un oso me impresionara tan poco: eran como perros grandecillos (sé que vendería más decir que eran temerosos, asesinos, fieros…pero esa parte se la dejo a Irenchu! jajja).
Luego fuimos subiendo niveles de la cascada, que tenía agua turquesa. Al final nos bañamos en uno de los niveles que tenía una cuerda-tirolina para tirarse y menos mal que Guille dejó alto el pabellón atlético, porque aunque Irene y yo,
en el momento de tirarnos, nos creíamos ángeles cayendo del cielo, ligeras como el aire, estilizadas y con garbo…las fotos confirmaron que parecíamos dos jamones colgados para curar.
Después de la cascada dimos una vuelta por las dos calles de Luang Prabang y me comí mi primer filete en 5 meses…no puedo hablar de “file”, me emociono. Qué buenos momentos nos diste pequeño trozuelo de búfalo…
Bueno, pues a las 6 horas llegamos a Nong khiaw. Por el camino se iban viendo casitas de madera, a niños cogiendo conchas y pescados en pelotillas y sólo con gafas de bucear del año 2, bufalos de agua, huertas de maíz, las montañas, bosques…súper chulo!